Una Entrevista Con Chris Sharp Cofundador De Lulu, D.F. Con Joseph del Pesco

¿Por qué Lulu es un espacio tan pequeño?

Porque está ubicado en la sala convertida en cubo blanco de un departamento. La pequeñez, por suerte, nos obliga también a aspirar hacia cierta precisión muy codiciada (al menos por nosotros).

¿Quién es Martin Soto Climent?

Es un artista mexicano que vive en el D.F., también es cofundador de Lulu.

¿Qué es Stewism [Guisadismo]?

Stewism es el título de una exposición de Simon Dybbroe Møller (la segunda de Lulu), y puede ser tanto un movimiento inminente y abortado, y/o quizás simplemente un movimiento de un solo hombre.

¿Qué es un espacio para proyectos de arte?

Lulu aún está intentando entenderlo, pero más o menos: es un lugar cuasi informal e independiente que se concentra en la labor de hacer exposiciones (aunque presentamos charlas y hemos comenzado a producir publicaciones).

¿Siempre muestran a un solo artista a la vez?

No siempre, pero sí a menudo. Estén atentos para nuestra próxima Lulennial: A Slight Gestuary [Lulenial: un ligero gestuario] (la primera edición de una bienal) en febrero de 2015.

¿Cómo ha sido recibido el programa en el D.F.?

Según lo que sé: con una mezcla de placer, sospecha, indiferencia, apoyo y reconocimiento.

Allison Katz and Camilla Wills , Perra Perdida (Mural), 2013. Paint on wall. Courtesy of the artists and Lulu, Mexico City. Photograph by Martin Soto.

Allison Katz and Camilla Wills , Perra Perdida (Mural), 2013. Paint on wall. Courtesy of the artists and Lulu, Mexico City. Photograph by Martin Soto.

¿Qué me puedes decir sobre el público?

Tenemos un público dedicado, que crece dentro y más allá de el D.F. En la inauguración de Aliza Nisenbaum, llegó un grupo de jóvenes de Guadalajara. Después de que recorrieron la exposición durante más o menos una hora, fui a hablar con ellos. Resultó que era la primera vez que iban a Lulu, pero conocían todo el programa de pies a cabeza. Me dejó sin aliento. Les regalé a todos el catálogo de Aliza Nisenbaum.

¿Qué significa Lulu?

Lulú es un nombre. Tomamos el nombre de quien hace jugos en nuestro barrio, Jugos y licuados Lulú, en donde desayunamos y tomamos jugos frescos casi todas las mañanas. Ella ha ido al espacio varias veces y le encanta.

¿Existen otros programas como el de Lulu en el D.F.?

No, pero existen otros proyectos/espacios gestionados por artistas como Bikini Wax, cuyo programa frecuentemente parece recién salido de la escuela y es mucho más local, o Lodos Contemporáneo, que es más post-Internet e internacional. Ambos espacios son manejados por artistas talentosos a mitad de los veinte, los dos son serios y muy buenos.

¿Cómo resumirías la voz curatorial de Lulu?

Dando prioridad a la idiosincrasia y con cierta resistencia al lenguaje, por lo que se compone de prácticas artísticas que se caracterizan por una relación íntima con su vocabulario material y una integridad perfecta entre forma y contenido. Como visión general, creo que sería fácil entender todo nuestro programa como una exposición colectiva, idealmente lineal y cohesiva.

¿Qué quieres decir con «resistencia al lenguaje»?

Me refiero al arte que realmente pone resistencia al lenguaje, lo cual es difícil de explicar en virtud de no separarse ni de principios ni de protocolos, o porque aún no está codificado por fórmulas o procedimientos (por ejemplo, el estilo del conceptualismo internacional). En otras palabras, arte que no se origina en el lenguaje y por lo tanto no está al servicio de, ni tampoco busca ilustrar una idea, pero que sin embargo es inseparable de una idea.

¿Son obras pequeñas para un espacio pequeño?

No invitamos a los artistas porque trabajen pequeños formatos, sino porque son, o pueden ser, precisos o aforísticos en su presentación. Muchas veces, los artistas se sorprenden con la escala de Lulu, y luego se siente aliviados. Por ejemplo, Nina Canell acababa de inaugurar una exposición individual en el Camden Arts Centre en Londres y estaba preparando otra en el Moderna Museet de Estocolmo al mismo tiempo que su exposición aquí. Le pareció que la escala de Lulu era innovadora y manejable.

¿La mayoría de los artistas son del extranjero?

La idea es mostrar artistas que han tenido poca o nula exposición en México, lo cual significa, al menos por el momento, presentar artistas extranjeros. Sin embargo, tenemos planes de eventualmente presentar artistas locales, mexicanos. No obstante, este razonamiento está motivado por, y quizás se deriva de, un deseo de mostrar un tipo de arte (que sea tanto idiosincrático como preocupado por la forma) que no se ve mucho en México.

¿Invitan a los artistas a abordar el contexto de México?

La verdad no, ya que no estamos interesados en reproducir una especie de método de las bienales de los años noventa, con prácticas motivadas socialmente y de contexto específico. No obstante, algunos artistas inevitablemente terminan respondiendo al contexto local, ya sea deliberadamente o por coincidencia. Pienso que esto sucede porque un criterio para invitar artistas es qué tanto la obra resonará con el contexto local y viceversa. Debe haber una mezcla oblicua e inesperada, o un punto de fricción convincente, de otra forma no tiene mucho sentido.

¿Qué significa presentarle un artista a México?

Buena pregunta. Con el riesgo de contradecirme, me gustaría creer que es como introducir una palabra extranjera a un idioma, y por lo tanto, expandir su vocabulario. Lo lindo de esto, como todos sabemos, es que las palabras extranjeras casi siempre son cambiadas por el idioma que las adopta. Es un proceso bidireccional, al que Lulu se encuentra perpetuando humildemente (¿o más bien pervirtiendo?).

John Smith, The Black Tower, 1985-87. 16mm film transferred to video, color and sound. 24 minutes. Courtesy of the artist, Tanya Leighton Gallery, Berlin, and Lulu, Mexico City. Photograph by Martin Soto.

John Smith, The Black Tower, 1985-87. 16mm film transferred to video, color and sound. 24 minutes. Courtesy of the artist, Tanya Leighton Gallery, Berlin, and Lulu, Mexico City. Photograph by Martin Soto.

¿Qué sucede durante el día de inauguración?

Generalmente tenemos charlas bilingües, invitamos a participar a críticos, artistas y curadores locales. Eso ayuda mucho para conectar la obra, que a menudo es completamente desconocida, con el contexto local.

¿Han aparecido obras en otras partes del edificio?

Sí, en la exposición de Allison Katz y Camilla Wills, en la que pintaron un mural gigante en otro cuarto, y en la reciente exposición de Kate Newby, que ocurre en el patio, en la acera exterior y en el techo del vecino.

¿Es posible que Lulu crezca o se mude?

Sí, espero que Lulu crezca y se vuelva un espacio sin ánimo de lucro. Eventualmente nos mudaremos, pero por lo menos no dentro de un año o quizás dos. Después de publicar nuestro primer catálogo de Aliza Nisenbaum, también queremos ampliar ese lado de nuestras actividades y publicar más libros. En este momento estamos discutiendo con Nathaniel Dorsky sobre una edición mexicana de Devotional Cinema. También estamos pensando en empezar una publicación trimestral llamada Guayaba.

¿Alguna de las obras está a la venta?

Depende de la exposición. Entonces sí, pero no para nada un criterio para lo que exhibimos. Sólo estamos tratando de cubrir los gastos. Todo lo demás lo pagamos Martin y yo.

¿Abrir un espacio muy pequeño es implícitamente una declaración en contra de la exposición (bienal) gigantes- ca?
No era el propósito, pero parece que ahora lo es, o que en eso se está convirtiendo. No estamos exactamente en contra de las exposiciones o iniciativas grandes, pero estamos a favor de la precisión, que es algo difícil de lograr en una exhibición de gran escala. Sin embargo, Lulu podría verse como una crítica al maximalismo y al expansionismo que parece dominar el mundo del arte—y no sólo el mundo comercial del arte, sino el mundo del arte en general.

¿Qué tipo de cosas interesantes/productivas han surgido de trabajar con restricciones tan ajustadas?
Es difícil de decir. La pregunta asume implícitamente que Lulu está de algún modo discapacitado, cuando yo creo que es justo lo opuesto. Veo espacios palaciegos como el Palais de Tokyo en París o, la galería Gagosian en Chelsea, Nueva York, y casi me siento mal por los artistas que tienen que llenarlos o podrían ser aplastados por éstos. Para mí, tales espacios están discapacitados por sus excesos. Pero quizás esto es muy personal—al fin y al cabo, tengo una admiración casi fanática por la economía. Me encanta Borges y los cuentos de Donald Barthelme. Creo que la única novela perfecta que he leído es Azotando a la doncella de Robert Coover, y esa perfección es indivisible de su economía. Admito que éstas son analogías literarias, pero creo que queda mucho por decir para des- tilar las cosas hasta llegar a lo más esencial y, por lo tanto, aspirar a una simplicidad ideal.

¿Hay algo que te haya sorprendido de Lulu?

Quizá lo que más me ha sorprendido es el grado en el que la gente ha acogido la experiencia completa—el venir a nuestra casa/estudio, sentarse en el patio con las plantas, tomarse un jugo en Lulú, estar en ésta parte de la ciudad, etc. Comprenden el proceso com- pleto como parte de ver una exposición en Lulu.

Ya que Lulu es un esfuerzo auto-financiado, ¿se da por hecho que es una especie de acto de generosidad (para el D.F., para el mundo, para los artistas), o no?

De hecho, ¿o no? Me da gusto que me preguntes eso. Una vez un artista local vino a Lulu y me preguntó por qué hacíamos esto—si era solamente para alardear de nuestro buen gusto o si era un proyecto de vanidad. Parecían preguntas incisivas/críticas, pero no estoy seguro de que lo hayan sido, porque no existe una manera de defenderse de ellas, o al menos no de la primera “pregunta”, que necesariamente implica que el arte debe ser utilitario, que debe hacer algo más que reflejar el supuesto refinamiento de quienes lo promueven. Que debe tratarse de algo más que del gusto y, como tal, servirle al bien supremo (el asunto del gusto es curioso—este tabú paradójico repite totalmente la lógica de lo políticamente correcto, suponiendo implícitamente que el gusto es algo que podría eliminarse por completo del arte).

En cuanto a la pregunta sobre el proyecto de vanidad, tampoco parece ser un problema. Y aunque lo fuera, hasta el peor caso hipotético en que Lulu fuera sólo un subterfugio elaborado parar reunir capital y enriquecer nuestras vidas sexuales y no se tratara del amor al arte, puro y simple, los habitantes de el D.F. seguirían viendo artistas que nunca antes han visto en México. Además, financieramente somos completamente responsables de lo que hacemos, no hemos recibido fondos públicos. En otras palabras, no estamos tomando nada de los cofres públicos para nuestro propio beneficio. Dicho todo esto, preferiría no pensarlo como algo que tiene que ver con la generosidad porque nos coloca en una especie de posición noble y filantrópica. Aunque creemos que con Lulu hemos creado una situación en donde todos ganan, al final simplemente se trata de hacer lo mejor que podamos para montar exposiciones buenas, bien organizadas y presentadas profesionalmente.

¿Cómo es vivir con y alrededor de estas obras? ¿Las obras envejecen de distintas maneras?

Es maravilloso, es un gran privilegio. Pero también es un poco estresante. Algunas de las exposiciones que hemos montado, como la muestra más reciente de Kate Newby, son muy delicadas y necesitan ser tratadas con mucho cuidado. Pero me encanta poder ver su exposición todos los días, ver cómo las plantas, por ejemplo, crecen alrededor de una pieza que está afuera, o la manera en que la lluvia ha modificado una pieza instalada en la acera. Es una experiencia muy única.

Find the English version of this interview in SFAQ issue 18.

Aliza Nisenbaum, Portraits, Letters, Books and Flowers, 2014. Courtesy of the artist and Lulu, Mexico City. Photograph by Isaac Contreras.

Aliza Nisenbaum, Portraits, Letters, Books and Flowers, 2014. Courtesy of the artist and Lulu, Mexico City. Photograph by Isaac Contreras.